«Entendí que, aunque cuando el pewo es tuyo deja de ser un pewo para convertirse en un nombre, en unos ojos, respuestas, presente continuo y biografía en común, para los demás no llega nunca a ser alguien, por mucho que para quien lo vive sea más alguien que muchos que debieron serlo en su momento, y que esa dificultad para definir, ese agujero negro de emociones, convierte su muerte en un limbo extraño cuya intensidad cuesta compartir, porque llorar a un perro es llorar lo que le damos de nosotros, con ellos se va la vida que no dimos a nadie, los momentos que nadie vio. Se va el guardián de los secretos,  y con él se van también los secretos, el cofre, el rompecabezas que guardamos dentro y también la llave, recordándonos la vida»

error: Pewo que ladra no muerde!