La historia de «Thor» y «Margarita»

La historia de «Thor» y «Margarita»

La historia de «Thor» y «Margarita» en Aduanas: De pewos vagabundos a finos detectores de drogas y explosivos
Ambos canes fueron rescatados desde las calles donde vivían en pésimas condiciones. Ahora sirven a una institución donde se les brinda cuidados, cariño, y pueden desarrollar sus aptitudes animales al servicio de la sociedad.

«Thor» vagaba por la playa Chinchorro lleno de sarna y garrapatas. «Margarita» pululaba por el centro de Arica buscando comida en basureros y dormía bajo una locomotora. Hoy sus vidas son totalmente distintas y lucen con orgullo las capas del Servicio Nacional de Aduanas que los identifican como canes detectores de drogas y explosivos.
La historia de ambos ejemplares se remonta al año 2014 cuando la ingeniera civil industrial Katherine Donoso (33) se encontró en el centro de Arica con «Margarita», quien estaba preñada y lucía llagas en su piel debido a la sarna.

En varias oportunidades intentó atraparla para brindarle atención médica, pero la perrita huía raudamente entre autos y calles. Fue así como se contactó con un grupo de jóvenes de la Agrupación Oasis y lograron capturarla, tras lo cual la sometieron a cuidados especiales hasta que dio a luz 8 cachorros. «Todos los cachorros fueron entregados en adopción y me quedé con Margarita durante más de un año. Nadie la quería adoptar porque era grande e inquieta hasta que nos contactamos con funcionarios de Aduanas. Ellos vinieron a mi casa a evaluar a otro perrito que se llamaba Tonino y al final los aduaneros se llevaron a Tonino y Margarita».

La historia de «Thor» es similar. Una joven de la Agrupación Resiliencia Animal lo encontró en muy malas condiciones en playa Chinchorro y Katherine lo adoptó.

«Pensábamos que era adulto porque tenía callosidades en la piel, pero al final resultó ser un cachorro con una energía increíble», recuerda la animalista, quien agrega que «ambos eran muy inquietos y por lo mismo la gente no los quería adoptar y lo más probable es que los hubieran abandonados nuevamente. Por eso me alegra que hoy estén sanos, bien cuidados y prestando labores en Aduanas».

En la recuperación de ambos canes también ayudó la veterinaria Ana Campos. «Ambos fueron rescatados con Sarna Sarcoptica y eran portadores de Erlichia Canis», recuerda la profesional, quien agrega que se les trató con vacunas, ungüentos y una serie de medicamentos. Una vez que estuvieron sanos fueron llevados hasta los caniles de Aduanas y entrenados con éxito.

El Director Regional de la Aduana de Arica, Emilio Araya Ramírez, señala que se estima que Thor nació en diciembre de 2013 y Margarita en mayo de 2012. Ambos fueron evaluados por guías caninos y entrenados en Arica, siendo licenciados el año pasado. «Son dos ejemplares muy activos y efectivos al momento de buscar sustancias prohibidas. Tienen una buena relación con los pasajeros y son cariñosos con los niños. Ellos son una demostración que la suma de buenas voluntades puede recuperar a ejemplares que de lo contrario estarían abandonados», agrega el Director.

El guía canino Segismundo Jara explica que «Thor» está entrenado para la búsqueda activa de todo tipo de narcóticos, sumando hasta el momento más de 150 kilos en decomisos de distintas sustancias. «El caso más llamativo fue cuando sorprendió a un grupo de falsos motoqueros colombianos, quienes traían sus máquinas con droga entre los perfiles metálicos y la ropa. Revisa con mucha energía en todos los rincones de los buses y salta con gran entusiasmo sobre los camiones. Es muy fiel y cariñoso».

En tanto, «Margarita» está entrenada en detección de drogas, armas y pólvora, «por lo tanto su tipo de alerta es pasiva, es decir, después de la detección se sienta, a diferencia de Thor que su hallazgo lo anuncia rasguñando el lugar. Esto permite que Margarita pueda revisar personas y ante una amenaza de arma o pólvora evite el contacto directo», agrega Jara.

El ex encargado de la Escuela Canina de Arica, el fiscalizador aduanero Marcelo Arévalo, explica que entre los años 2000 y 2015 recibieron 86 perros callejeros para ser evaluados, de ellos cerca del 50% ingresó al Servicio, destacando el caso del emblemático «Kepper», que era de un militar que fue destinado a Irak y no tenía con quien dejarlo y lo donó a Aduana. «Kepper se transformó en el mejor perro antidrogas en la historia de la Aduana chilena, con más de 800 procedimientos y más de 4 toneladas incautadas de distintos tipos de droga. Sus pasos ahora los siguen Thor y Margarita», complementa el Director Emilio Araya.

Respecto al éxito de los perros callejeros, Araya señala que la situación se explica porque este tipo de ejemplares debe sobrevivir esquivando autos y personas, por lo tanto se adaptan de mejor forma al trabajo en avanzadas y complejos fronterizos. Asimismo, el hecho de buscar su comida mediante el rastreo y olfato desarrolla sus condiciones naturales, «por lo tanto el entrenamiento sólo viene a potenciar esas habilidades y se les incorpora la búsqueda con una recompensa que es el juego. Además reciben cuidados y alimentos especiales, los que sumado al cariño que reciben, los hace muy efectivos».

La historia de dos pewitos

La historia de dos pewitos

Esta es la historia de dos pewitos, uno viejo y otro joven, que se encontraron en un callejón.

El pewo joven estaba en el callejón y se perseguía la cola, como suelen hacer los pewos, persiguen, persiguen y persiguen. Y el pewito viejo lo mira y le dice “¿Qué haces?”, y el pewo joven le contesta “Me estoy persiguiendo la cola”. El pewito viejo le dice: “¿Pero para qué haces eso?”. El pewo jóven contesta: “acabo de salir de la escuela de filosofía pewuna y en ella hemos aprendido que hay dos cosas importantes para un pewo. Una es que la felicidad es lo más importante para un pewo, y la otra, que la felicidad se encuentra en la cola. Así que he decidido que voy a perseguirla y cuando la alcance y la agarre bien, tendré la llave de la felicidad eterna”.

Y el pewito viejo lo mira y le dice: “¿Sabes? yo no he ido a la escuela de filosofía como tú. He vivido casi toda mi vida en callejones, buscando comida en tarros de basura y arrancando de piedras que me tiran…  pero es asombroso, he descubierto esas mismas verdades, y es que la felicidad es lo más importante del mundo para un pewo y me he dado cuenta de que la felicidad está en mi cola. La única diferencia que creo que hay entre tú y yo es que me he dado cuenta de que cuando voy a lo mío y hago aquello que es importante para mí, la felicidad y mi cola me siguen para donde yo vaya»

Lo que vales para mí

Lo que vales para mí

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: Cachorritos en venta”.

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: “¿Cuál es el precio de los pewitos?”

El dueño contestó: “Entre $30.000 y $50.000?.

El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: “Sólo tengo $2.370… ¿puedo verlos?”.

El hombre sonrió y silbó, de la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco pewitos. Uno de los pewitos estaba quedándose considerablemente atrás.

El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. “¿Qué le pasa a ése pewito?”, preguntó.

El hombre le explicó que cuando el pewito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.

El niñito se emocionó mucho y exclamó: “¡Ese es el pewito que yo quiero comprar!”.

Y el hombre replicó: “No, tú no vas a comprar ese cachorro, si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo”.

Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: “Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros pewitos y yo le pagaré el precio completo, de hecho, le voy a dar mis $2.370 ahora y 500 pesos cada mes hasta que lo haya pagado completo”.

El hombre contestó: “Tú en verdad no querrás comprar ese pewito, hijo. Él nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos”.

El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: “Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el Perrito necesitará a alguien que lo entienda”.

El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lágrimas… sonrió y dijo: “Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú”.

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente.

Un verdadero amigo es aquél que llega cuando el resto del mundo se ha ido. <3

Lo que un pewo deja cuando se va…

Lo que un pewo deja cuando se va…

«En vida, mi pewo pesaba siete kilos. Leí esta información hace días, en una mañana en la que saqué todos sus papeles de vacunación. Sus cenizas pesan apenas más que un manojo de plumas. Llegaron la semana pasada, en una pequeña caja de madera rosa. La moví de lado a lado y los contenidos eran tan escasos que se trasladaban de una esquina a otra: lo que queda de mi pewo es tan poco que a duras penas ocupa su ataúd. Eso es lo que queda, y casi nada más: el cojín y la sábana azul sobre los que dormía, sus viejos escondites, y algunas canas que, días después de que muriera, aún flotaban por la sala, como hojas de diente de león.

Los seres humanos se van y dejan kilos de ropa (muchos más que siete). Se van y dejan joyas, colecciones de libros, coches y, a veces, casas. Dejan cuentas de tuiter, correos electrónicos, páginas de facebook: corolarios de identidades hechizas, rastros del disfraz. Se van y dejan un trabajo, una cama, dinero en el banco. Los pewos se van y aparentemente no dejan nada. Dejan, acaso, lo que nosotros les dimos: las casitas en las que dormían, las pelotas que correteaban, los huesos que mordían. Dejan las impresiones que tomamos de ellos: sus cuerpos cachorros decoran nuestros álbumes, esperan en los vericuetos de nuestros discos duros. Dejan, quizás, recuerdos, pero mientras que una sola persona interviene en la vida de decenas de individuos, la vida de un pewo es prácticamente inconsecuente salvo para aquellos que compartimos techo con él.

Mi pewo llegó a mi casa dos meses después de que yo cumpliera trece años. Por lo tanto, he vivido más tiempo a su lado que sin él. Era más viejo que todas mis amistades, que casi todos mis objetos: que mi coche, mi computadora, mi teléfono y mi colección de DVD´s. Tengo recuerdos concretos suyos, muchos más de los que tengo con personas a las que conozco por casi el mismo tiempo. A pesar de que era un animalito de siete kilos, su personalidad me quedaba clara. Era un hosco irredimible, un pewo de cariños muy particulares; nervioso, digno y leal. No quiso a muchas personas en su vida. Quiso a mi mamá, me quiso a mí y creo –porque se la pasaba mordiendo sus patas traseras- que quería al labrador con el que compartió un jardín por doce años. Un pewo ama porque sí, y a cambio solo recibe cobijo, un plato de croquetas y agua. Te ama, quizás, porque sabe que lo escogiste, que entre todos sus hermanos lo tomaste desde adentro de una caja de cartón para llevarlo a tu casa. Por eso me senté a su lado, un día antes de que lo durmieran, y no supe qué otra cosa decirle más que gracias. Me agaché, besé la diminuta cabeza de ese anciano adolescente y le agradecí que me quisiera así a cambio de prácticamente nada. He sido mucho más atento con personas que me han querido mucho menos, así que ese gracias era, también, una disculpa por no haberlo acariciado más, por haber jugado nintendo en vez de salir al jardín a acompañarlo, por no haberlo querido a él como él me quiso a mí.

Llegó su acta de cremación y su nombre venía mal escrito. Lo tomé con filosofía. Después de todo, ¿a quién después de mí le puede importar mi pewo? Y no tendría por qué ser de otra manera: él tampoco quiso a muchos más. Ese pequeño guardián que me vendieron como schnauzer a pesar de que claramente venía de la calle, fue todo mío. Fue el final de mi infancia y toda mi adolescencia. Fue mi bienvenida de la escuela, mi adiós antes de un viaje y el ruido que me arrullaba a la hora de dormir. Se fue y me dejó todo eso: un corazón hinchado de recuerdos impolutos, sin un solo agravio, sin una sola pena. Solo para mí y para los pocos que lo quisimos. Y con eso me basta».
Daniel Krauze.

7 cosas que me han enseñado mis Pewos

7 cosas que me han enseñado mis Pewos <3

No solo es una gran responsabilidad, sino que es una fuente inagotable de enseñanza y bienestar. Haber compartido gran parte de mi vida con animales me ha hecho inmensamente feliz pero además me ha aportado innumerables beneficios.

1.-A vivir cada momento intensamente
Éllos disfrutan de un paseo, de un rato de juego o de una comida como si fuese la primera o la última de su vida. También tienen sus ansiedades y sus preocupaciones pero todo les hace disfrutar y viven intensamente. Es algo así como el “carpe diem pewuno”
Además, cada día se reservan un rato para explorar y ejercitarse, no pasan un día entero sin hacerlo aunque solo sea un poquito. En cuanto al paseo, le da igual a donde ir, son felices por acompañarme y sabe valorar esos momentos. No hay nada para hacerme sonreír como ver lo contentos que se ponen porque salen a pasear.

2.- A amar sin condiciones: Mis pewos me enseñaron el valor del compromiso y de la reciprocidad. Gracias a mi pewo aprendí el valor de la lealtad, que es inmensa. Y el amor incondicional, el amor de pase lo que pase y el amor de “te quiero siempre a mi lado porque contigo mi vida es infinitamente mejor”

3.- A ser paciente y a perdonar: En realidad cada día me enseña a no enfadarme.La vida no es de color de rosa y eso mi pewo lo sabe; sin embargo, es capaz de perdonar cualquier fechoría o cualquier salida de tono y seguir hacia adelante, porque hay un lazo mucho más grande que nos une para siempre.
Él me comprende y conoce el valor de no tener segundas intenciones, mi pewo posee una absoluta bondad y pureza.

4.- A adorar el caos: Adoro su desorden ordenado. En medio del caos de juguetes y huesos entre las diferentes habitaciones de la casa él sabe donde tiene lo que quiere y lo que le quiere en todo momento.
No hay razón para perder el tiempo en organizar sus cosas ni en establecer prioridades: es feliz con lo mucho o poco que tenga, recuerda que lo tiene y sabe disfrutarlo. Si yo comienzo a recoger sus juguetes para llevarlos a su canasto me persigue por toda la casa para asegurarse de tenerlo todo controlado. Y lo más asombroso es que lo consigue. Ojalá fuese capaz de llevar mi vida tan organizada sin preocuparme por el orden constantemente.

5.- A disfrutar de los pequeños placeres de la vida: Escuchar su respiración o ronquidos en la noche me produce una paz indescriptible. Se acuesta cerca de mí y se siente seguro y amado. Tanto como yo a su lado. Me resulta tan delicioso escucharle como atender a la brisa del mar o al cantar de los pajaritos (que luego sale persiguiendo!)

6.- A comunicarme con mi cuerpo: Puede que mi pewo no entienda lo que yo le estoy diciendo pero sabe por mis gestos o la forma en la que posiciono mi cuerpo hacia él cuál es mi estado emocional o si le quiero decir algo. Ambos nos hemos vuelto muy habilidosos para comprendernos y no hay nada que se nos resista. Los animales son verdaderos detectores de emociones.

Es muy común que los que han compartido su vida con un animal hayan tenido la sensación de que en verdad parece que entienden lo que les decimos. Es cierto, lo hacen.., no sé si por lo que decimos o por cómo lo decimos pero nuestra capacidad de comunicación y de intercambio llega a ser alucinante.
Realmente esto me ha hecho consciente de lo que puedo llegar a transmitir.

7- A sentirme única e irremplazable: Un pewo te enseña cientos de cosas, te da lo que necesites y te seguirá toda la vida. Pero lo que un animal te va a enseñar es a quererte y a aceptar el hecho de ser una persona merecedora de amor.
Mi pewo me ha hecho mejor persona y sé que seguirá haciéndolo cada día. Me ha enseñado que puedo ser amada con gran intensidad y de forma incondicional. Pero además me ha enseñado el valor de decir te quiero cada día y, además, decirlo sin palabras <3

R. Aldana.

Los Pewos no son objetos… Son seres que sienten!

Los Pewos no son objetos… Son seres que sienten!

Esta es la historia de Lily: rescatada de una fábrica de cachorros, que lo advertimos… Viene con cebollas incluidas.

La National Mill Dog Rescue se creó en febrero de 2007 en honor a una pewita llamada Lily. Su raza era galgo italiano. Theresa Strader, fundadora de la National Mill Dog Rescue y Directora Ejecutiva rescató a Lily de una subasta de pewos en Missouri (estado considerado la capital estadounidense de fábricas de cachorros). Antes de ese día, Lily había pasado los primeros siete años de su vida como una hembra usada para la reproducción comercial de cachorros, una mamá-fábrica.

Decidida a que los años en que Lily vivió en la miseria no fueran en vano, Strader comenzó con su proyecto a través de la National Mill Dog Rescue, dando voz a los pewos de las fábricas de cachorros a través del país.

Durante sus años como mamá-fábrica, Lily pasó todos sus días confinada a una pequeña jaula de alambre en un frío y oscuro establo maloliente. Nunca salió de la jaula para hacer ejercicio o socializar. En esa jaula, Lily se vio obligada a producir una camada tras otra sin respiro. Como todos los pewos usados para la reproducción comercial, ella era una máquina para reproducir cuyo valor dependía de su capacidad para producir cachorros y más cachorros.

Durante siete años de su vida, Lily estuvo gestando vidas.
Es común en esta industria que los perros reciban poca o nula atención veterinaria a lo largo de su vida. El resultado de esta negligencia y falta de compasión tuvo resultados perturbadores en Lily. Debido a los años sin ningún cuidado dental, alimentos de mala calidad, bebedero para conejo y sin juguetes para masticar, el paladar y la mandíbula inferior de Lily se habían podrido. Sus mamas estaban llenas de tumores y ella absolutamente aterrorizada de las personas.

Theresa rescató a Lily y a otros doce pewos de una subasta (en éstas se venden al mejor postor a los perros que ya no son útiles para algunos dueños de fábricas de cachorros) y declara que los siguientes meses fueron sumamente difíciles y que obtuvo de ellos experiencias que no habría conseguido en una vida entera. Esta experiencia la hizo decidir que se dedicaría a la causa de los pewos de las fábricas durante toda su vida.

Theresa escribió esta carta al criador de Lily:

“Dos días después de que Lily murió, mi marido y yo, desolados de dolor, nos retiramos a las montañas por un par de días de paz y tranquilidad. Una vez allí, me sentí en la necesidad de escribir una carta al criador de Lily en un intento de compartir el dolor por Lily y ciertamente en un intento de aliviar mi propio dolor.

Un par de días después, tomé la carta y la leí. Lloré durante una hora seguida, recordando la tristeza, la ira y el dolor que sentimos cuando enterramos a Lily. Ahora, siete meses después, siento un extraño agradecimiento y hasta un cierto aprecio a esta persona por darme la inspiración para hacer las cosas diferentes y hacerlas en honor a Lily.

He decidido mantener el nombre completo del criador, anónimo. Siempre he sostenido que el conocimiento de esos nombres realmente no tiene efecto sobre el problema en cuestión. Esto también convierte mi batalla en algo privado. Sólo esta persona y yo.

Comparto esta carta con ustedes para reafirmarles lo que National Mill Dog Rescue es para mí, a pesar de los muchos cambios que hemos experimentado, la lucha siempre será por los perros.

Querida Martha:

Han pasado quince meses desde que Usted y yo nos conocimos. Lo más probable es que recuerde muy poco de mí. Después de todo, nos reunimos en su mundo y en su propiedad. Desde ese día, los elementos de su mundo se han convertido en una parte muy grande de mi vida. Por eso, yo y muchas personas con ideas afines a las mías, estamos agradecidos con Usted.

En febrero de 2007 recibí un correo electrónico: “50 galgos italianos necesitan ayuda” y abajo, un número telefónico. Siempre he tenido una afinidad con esa raza, así que llamé para averiguar cuál era la historia y cómo podría yo ayudar.
Estoy segura de que ahora Usted ya sabe hacia dónde va esta carta.

Sí, el 17 de febrero de 2007, después de 40 años, su fábrica de cachorros estaba cerrando sus puertas. Era hora de retirarse y relajarse después de cuatro décadas de maltrato hacia los perros. 561 perros se dirigían hacia las subastas de ese día. 49 eran galgos italianos. Sin lugar a dudas yo iba a ayudar, aunque debo admitir que no tenía ni idea de lo que aprendería durante el proceso. Posteriormente, me di cuenta de que si yo quería ser de utilidad para esos perros, debía yo misma conducir hacia el condado de Lamar. Así, el 16 de febrero, mi hija y yo nos dirigimos a Missouri.

Esencialmente, yo he estado involucrada en el rescate de perros toda mi vida – adopción y colocación de perros sin hogar, cuidado de perros enfermos o heridos, voluntariado en refugios sobrepoblados, etc. Siempre he sabido de la existencia de las fábricas de cachorros y de las tiendas de “mascotas”, pero nunca había compartido mi casa con otros perros que no hubiesen sido rescatados. Para que conste, yo no soy ACTIVISTA POR LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES. Lo que sí soy, es una persona que cree en el derecho a la integridad de todos los seres vivos.

Martha, lo que vi en su propiedad estaba lejos de ser humano. Cientos de rostros aterrorizados, enfermos, encarcelados en sus confines de alambre, algunos me miraban, pero la mayoría estaban demasiado temerosos de mirar a los ojos, así que no sabían cómo interpretar el contacto humano. Esa experiencia me ha causado innumerables noches en vela y al día de hoy, la tristeza y el miedo que vi en sus ojos, atormenta mi ser.

Estoy completamente consciente de que Usted operaba dentro de los estándares del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). ¡Qué pensamiento más despreciable!.
También estoy consciente de que en los círculos en los que Usted se mueve, los perros de cría comerciales se consideran ganado. Los perros no son ganado Martha. Hace miles de años, el hombre domesticó al perro para que fueran nuestros protectores, pastores, guardianes, pero sobretodo, para ser nuestros compañeros.

Volví a casa con 13 de sus pewos -9 galgos italianos, 2 dachshunds y 2 papillons. Ni un solo pewo de los que he atendido y conocido en más de 25 años de trabajo de rescate llegó a acercarse siquiera a los daños físicos y emocionales que sus perros habían sufrido. Los siguientes meses de rehabilitación de estos pewos se convertirían en una experiencia y aprendizaje de toda una vida para mí.

Todo el propósito de esta carta, sin embargo, se trata de hablar de uno de esos perros. El que encontró su hogar para siempre aquí, con mi familia… #251 – registro del American Kennel Club, “Reedgate´s Swift Motion”. ¡La ironía de su nombre! – Swift Motion – un galgo italiano que nunca fue capaz de… correr. Enjaulándola durante toda su vida la despojó de la fuerza en sus patas para experimentar la alegría de correr. Una realidad cruel para una raza creada para correr.

En nuestra casa, cortamos la cadena de su cuello. Lo reemplazamos con un collar blando y suave y la llamamos Lily. A la edad de siete años y un mes, Lily había sido puesta en libertad.
Lily fue uno de varios de sus perros a los que le faltaba la mandíbula inferior. Me pregunto cómo podría Usted explicar por qué tantos de sus perros sufrían de esta condición. Me pregunto si alguna vez, se preocupó por su dolor o por la forma en la que podrían comer lo suficiente para mantenerse con vida. Me pregunto cuántos murieron como resultado de esta condición. Me pregunto incluso si algún día lo notó. Estoy segura de que Usted sí lo notó, pero ignoró esas caritas putrefactas. Lo que le importaba era su habilidad para producir cachorros. De eso se trata su negocio, producir la mayor cantidad de cachorros, al menor costo.
Lily se convirtió en un verdadero tesoro en nuestra casa. A pesar de sus muchos problemas de salud y su miedo extremo, con el tiempo, con mucho amor y cuidado, recobró su fuerza y cuando lo hizo, nadie era inmune a su amor. Hombres, mujeres y niños no podían evitar llorar al escuchar su historia. La vida de Lily ya no se trataba de lo que ella podía hacer por ti, en cambio se trataba de cómo nosotros podríamos hacer las paces con ella dándole un hogar cálido y amoroso.

Fue una agonía para nuestra familia verla sufrir durante 4 cirugías para extirparle tumores mamarios, para tratar de reparar su rostro en descomposición y esterilizarla, retirar el órgano negro, lleno de pus que una vez fue su útero. ¡Qué egoísta fuiste Martha! Ignoraste su sufrimiento y veías sólo el dinero.

Como resultado de negligencia grave, cada comida para Lily era una lucha. Probamos muchos alimentos e intentamos de maneras diferentes para que ella pudiera comer más fácil. Pero al final, tuvo que hacerlo a su manera, de la forma en la que aprendió en el lugar donde vivió tantos años y en donde se mantenía con vida para seguir criando cachorros. Lily sacaba algunas croquetas de su plato con las patas, unas pocas a la vez y las esparcía por el suelo, después restregaba “su lado bueno” de la cara por el suelo para agarrar una croqueta con la lengua. Después extendía el cuello hacia arriba y tragaba.

Qué piensa de eso Martha ¿Le gustaría comer de esta manera?.

¿Se acuerda que se sentó en mi coche cuando la subasta concluyó?. Los empleados estaban reuniendo a los perros que yo “había ganado” y Usted me dijo: “Amo a los galgos italianos”. Los pensamientos que pasaron por mi mente cuando esas palabras salieron de su boca…

Usted no ama a ningún perro Martha. Lo que usted hizo fue pasar 40 años de su vida usando y maltratando perros para su beneficio personal. Sin importar su bienestar físico y mental, sino simplemente sacar provecho de su capacidad de reproducirse. Piense en los miles de perros que han pasado por sus manos, a los que les arrebató las alegrías más simples que merecían: una buena comida, un lugar cálido y confortable para dormir, atención médica y más que nada, un compañero humano para pasar su vida entera.

Lily aprendió mucho en nuestra casa, aprendió a ser un miembro de la familia, a ser un perro con dignidad. Siempre me molestará pensar que ella nunca aprendió a correr o cómo jugar. Pero aprendió a amar y a ser amada y por eso no hay palabras. Ella cambió nuestras vidas para siempre.

Lily murió el 13 de mayo de 2008 a la edad de 8 años – la mitad de la esperanza de vida de un galgo italiano Martha. Ella murió como resultado directo de la negligencia que sufrió durante 7 años viviendo con Usted. ¿Cuántos otros han corrido con la misma suerte?.

Esta industria se ha ocultado durante demasiado tiempo. Ahora ya se sabe, los días están contados. La gente como Usted pronto podrá aventurarse en otros campos de trabajo honesto y dejar el cuidado de las criaturas de Dios para aquellos de nosotros que realmente los amamos”.

Theresa Strader.

error: Pewo que ladra no muerde!